jueves, 26 de junio de 2014

As de corazones

Si el mundo de la RA es complejo y desconocido, el de la adopción ya ni os cuento. Paralelamente al curso de formación, empezamos un periplo por varias ECAI para elegir país. Sólo se puede elegir uno, y no sólo en virtud de tus preferencias, sino en función de los requisitos que te pidan ellos también. Cuidado, que al principio se tiende a ver estas condiciones y a quienes las ponen como el enemigo, pero la verdad es que se imponen pretendiendo lo mejor para las criaturas. Siempre primará que el menor se quede con alguien del núcleo extenso, si no puede ser en el familiar, o que lo adopte alguien del país para no alejarlo de su entorno de primeras sino como última opción.

Total, que ahora toca visitar estas entidades oficiales (la adopción ha de tramitarse obligatoriamente a través de ellas), para que nos digan cómo son los niños adoptables en los países que llevan. Por ejemplo, en Rusia, los críos han de esperar hasta los 14 meses sin que nadie los quiera para poder ser ofrecidos a la adopción internacional; en Polonia, han de ser rechazados por 3 familias; según nuestra edad y condiciones como las que acabo de mencionar, según el país, los niños que vienen tienen meses o 2-3 años. Por otro lado, se prioriza la salida de aquellos niños con necesidades especiales (algún trastorno físico, mental, enfermedad o discapacidad, aunque en ocasiones se incluyen en esta categoría los mayores de 6 años, puesto que normalmente se prefieren menores a esa edad). Otro factor a la hora de elegir país - o de que el país te elija a ti- es que cumplas con otros requisitos como que estés casado, que lleves al menos 3 años de convivencia o que tengas -atención- ingresos de 100.000 dólares como exige ahora China. Además, los trámites y viajes (lo normal es tener que hacer varios para conocer al niño, para asisitir al juicio, para recogerlo...) no cuestan lo mismo en un lugar que en otro y, por desgracia, este es otro factor a tener en cuenta. En los próximos días vamos a visitar  3 agencias que llevan Rusia, Bulgaria y Polonia, en principio países a los que podemos optar. Os iré contando.

En otro orden de cosas, una obviedad que puede no serla es que el niño adoptado será el nieto de sus abuelos, el sobrino de sus tíos, el primo de sus primos y que la decisión de adoptar es nuestra pero la tienen que acatar los demás, por lo que es natural que todos necesiten hacer su trabajo de adaptarse a las nuevas circunstancias. Y puede que les lleve su tiempo, puesto que nosotros hemos ido pasando fases y ellos sólo observándolas. Y si nosotros tenemos miedos, normal que ellos también. Y entonces alguien que sabe de qué va esto, hace un corto bien mono y se te ensancha el pecho.


miércoles, 25 de junio de 2014

De dónde vienen los niños

25/06/2014

Quién me iba a decir a mí que me vería en esta situación, que el guión de mi peli sería tan emocionante. La verdad es que estoy sufriendo mucho, pero me he hecho una confesión a mí misma totalmente liberadora: tampoco me gustaría que fuera de otro modo.

Me explico.

Cierto es que me gustaría saber el final ya porque estoy agotada. Saber que acabará bien o mal con o sin hijos me ayudaría a prepararme en cualquier sentido y vivir el día a día sin tanta angustia. Pero la verdad es que en la vida siempre me ha tocado currarme mucho las cosas, así que ¿por qué iba a ser esto de otra manera? Y, lo que es más, al final de mi vida sé que me gustará repasarla y que pensaré "vaya, qué emocionante ha sido todo", y mira, está muy bien lo plano, es menos cansado, pero también mucho más aburrido. 

Seguimos en el camino, y hemos dado otro paso más. Es tranquilizador comprobar cómo todo se va acoplando dentro de uno y se hace capaz de tomar nuevas decisiones. Desde luego, todo tiene su tiempo. Hace justo 9 meses estuvimos en la reunión informativa obligatoria para la adopción internacional, y yo salí devastada. Ya os lo conté aquí. Salí también porque en ese momento quizá aún no quería escuchar ciertas cosas. Aún tenía por delante pasos que dar en RA (reproducción asistida) y debía enfocarme en eso, o así lo sentía. Sin embargo, 9 meses después y un aborto a las espaldas ya no soy aquella ilusa que una vez creyó que todo era posible. No, uno hace que las cosas sean posibles. Las cosas no vienen porque sí, se buscan y se encuentran, solo que a lo mejor no las hallamos donde creíamos que estaban y es que están en otro lado. Ahora me encuentro en calma ¡por fin! porque sé que si quiero, seré madre. Eso sí, quizá no de la manera que pensaba. En este camino vas pasando fases, y cosas que en un principio no estabas dispuesto a aceptar tres peldaños después te parecen fantásticas. Y es que al final lo que quiere uno es tener un hijo, y los hijos nunca se escogen, ni siquiera por el camino biológico. Vienen con pelo rizado, feos, rubios, contestones o bajitos, de la misma manera que si proceden de gametos o embriones donados, o de un orfanato. Ahora ya me puedo contestar la pregunta que da título al blog: los niños vienen del corazón. 

Y si estoy en este estado de buena esperanza sin estar gestando nada, es porque nos llamaron hace un par de semanas del Instituto de la Familia y el Menor para empezar el curso de formación para padres adoptivos, otro requisito para que nos den el certificado de idoneidad. Cuando nos levantamos el sábado a las 7.30 de la mañana para acudir me dije entre legañas "esto es otra prueba". Yo no tenía muchas ganas porque cuesta aceptar que las cosas son tal cual son, y a veces (para desesperación de mi psicóloga) me digo "si me sigo haciendo tratamientos en algún momento igual cuaja". Pero no queridos, no puede ser. A medida que pasa el tiempo y mi cuerpo hace esfuerzos por recuperarse, la pereza a someterme otra vez al arbitrio de las hormonas es exponencialmente mayor. Sobre todo porque hacer un tratamiento no significa (que me lo digan a mí) tener éxito y, sinceramente, mi corazón no soporta más trastazos.

Bueno, que me alejo del tema. El caso es que nos plantamos en Gran Vía 14 con nuestros respectivos cuadernos y bolis dispuestos a copiar apuntes sobre trámites y demás, y nos encontramos con una sala con sillas en círculo donde se nos pide que nos pongamos un cartelito con nuestro nombre. A mí estas cosas en principio no me gustan, y mira que soy sociable, pero tímida también, y prefiero escuchar desde la última fila. Entonces habla Lila Parrondo, de Adoptantis y dice que ahí no vamos a hablar de papeleo. "Pues vaya", me digo, "yo ya voy al psicólogo". Y con cierta pereza y mayor vergüenza afronto el momento en que nos hacen presentarnos uno a uno. Enseguida estábamos la mayoría llorando, ellas y ellos, e iba pasando un paquete de pañuelos por las diferentes sillas. Y de repente sentí super a gusto, COMPRENDIDA. Ahora entiendo que las terapias de grupo tiene un primer efecto sobre uno mismo que es vital y que es el sentimiento de pertenencia a un rebaño, que uno no es el único, que hay gente que sabe exactamente por lo que está pasando sin necesidad de que lo explique. Y al tiempo que me sentía tremendamente bien  rodeada de otras mujeres en mi situación, me reconciliaba con el resto de personas. Y es que a no ser que se pase por esto no se sabe lo que es esto. Yo hablaba y veía a la gente asentir. ¡Me entendían! Y es que con nuestra familia y amigos tengo la sensación de que tengo que estar dando explicaciones de por qué me siento de una manera o de otra, como si estuviera siempre defendiéndome ante consuelos que en realidad no pido.

¡Salí tan contenta!  Había otra salida al machaque físico y psicológico de la RA, había un camino al final del cual habría un niño, SEGURO, ya sea más tarde o más temprano, ya sea con más o menos edad, ya sea con más o menos dificultad, pero lo hay. Y necesitaba esa paz en mi interior para continuar. Ahora tengo que hacer otro trabajo, ojo, y es aceptar que no es fácil que nos venga un crío con menos de un año, que lo que peor que he llevado en la RA han sido las esperas y aquí tendremos una bien larga, pero estoy en paz porque veo una salida. Una salida que no veo en la incertidumbre de los tratamientos. Me aterra la posibilidad de quedarme embarazada por obra y milagro de la ciencia y volverlo a perder. 

Es curioso cómo se desarrollan las peripecias en mi historia. Mi amiga Bea leyó un texto en mi boda que empezaba contando la leyenda china de que Un hilo rojo, invisible, conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, a pesar del tiempo, del lugar, a pesar de las circunstancias. Hoy me he topado con un blog sobre adopción con el título "desenredado el hilo rojo :)

Y así me siento. No sé cómo terminará esta historia, pero ahora creo que sí que hay alguien conectado a nosotros en algún lugar. Y ahora puedo decir que, aunque esté algo exhausta de tanto andar por este sendero tan largo, me empieza a resultar emocionante no saber cuál será el final, qué tipo de familia formaré.





jueves, 5 de junio de 2014

Ahora resulta que tampoco somos familia

05/06/2014


Estas cosas me cabrean. Estas cosas me llevan a terapia o al empacho de lexatines. Estas cosas se clavan en cerebro y en el alma. Estas cosas hacen más duro aceptar la vida sin hijos. Estas cosas dan ganas de darle un sopapo a alguien.

Ahora resulta que para el Tribuna Constitucional mi marido y yo no somos una unidad familiar. Pues señores, cuando una jueza nos casó  lo primero que hizo fue darnos un libro DE FAMILIA. Entiendo que lo que se pretende con ese auto tan desafortunado es proteger a los niños en caso de desahucio, pero ¿por qué no han dicho precisamente eso y no semejante barbaridad?

nuestro libro de familia


Acaban de hundirme un poquito más. 


Por si no lo sabían, como infértil ya me siento menos mujer. Me siento tullida, tuerta, coja, manca. Con la "mala suerte" de que mi enfermedad no se ve, lo que hace que la gente meta mucho la pata y la considere menor. Pero de esto ya hablaré en otro momento, que sólo puedo con un megacabreo por día.

Gracias por corroborar mis mayores temores. Que sin hijos no soy nada. Soy menos mujer y para colmo, ya no formo ni familia con mi marido. Cojonudo. Gracias

El berrinche corresponde a esta noticia:

El Constitucional avala un desahucio porque un matrimonio sin hijos no es "una unidad familiar"