jueves, 21 de abril de 2016

La ratificación

21/04/2016





Estos días están pasando cosas muy importantes: ya quieres decir algo y, aunque sólo te sale un "nae nae", es un balbuceo precioso; además, ya sabes girarte y amaneces, para terror mío, boca abajo en la cuna; también has empezado a dar unos pasitos tan pequeños como firmes y decididos porque has decidido que el gateo no es para ti.  Otra cosita  que me tiene tan enamorada como agotada es que ahora te ha dado por llorar en plena noche (tras meses durmiendo del tirón), para saber si estoy ahí,  y es que tampoco te ha hecho mucha gracia a ti mi vuelta al trabajo,  y eso que tu tía te cuida como nadie. También celebro que llevas cinco meses en casa, que estás estupendo de talla y peso y que vas a empezar a probar el pescado.

Pero lo más importante que ha pasado estos días es que hemos ido a ratificar la adopción al juzgado. Ha sido todo breve y casi cutre, bueno, mejor dicho, de andar por casa.  Una funcionaria me ha leído el párrafo más importante de mi vida como el que recita la lista de la compra, ahí, en su escritorio y con el Word abierto para poner si juraba o prometía en el espacio en blanco que había dejado a tal efecto. Y yo he dicho que JURABA que iba a decir verdad porque no había palabra más grande y gorda. Porque yo quería llenar ese papel de síes por todos lados, y de colorines y subrayados como los apuntes del colegio. (Por cierto, aviso a navegantes,  ha preguntado si queríamos cambiar el orden de los apellidos y poner el mío primero; yo no sabía que podíamos y, la verdad, me hubiera gustado al menos sortearlo, pero bueno, son como accesorios que no añaden más o menos amor).

Y por supuesto he firmado que sí, que quiero adoptarte, porque ya eres parte para siempre de mi familia, tu familia,  como el que más, brote nuevo de un árbol genealógico peculiar y hermoso, porque yo ya no sé vivir sin ti y cada día pienso en ti y en tu bienestar como un millón  de veces, de una forma u otra.

Cómo no iba a firmar ese papel maravilloso, si me has transportado a una vida nueva, dura y gratificante a partes iguales, donde de pronto vuelvo a conocer el mundo, y redescubro las texturas,  los sabores,  la diversión de hacer pedorretas juntos...

Por ti también he puesto cara a la paciencia y sé que nada me parará por defenderte, por hacer que tu existencia sea lo mejor posible.

Nunca he querido así antes.



Entre estas dos fotos del día que te conocí y la de hoy han pasado muchas cosas,  pero sobre todo mucho mucho amor.


Ahora, a cruzar los dedos para que la otra parte se ratifique en su decisión también y no haya ningún problema.